lunes, 24 de diciembre de 2012

Fin del amor infinito.

Por suerte o por desgracia todos empezamos siendo unos desconocidos, los cuales gracias al tiempo, se convierten en algo más. Nunca supimos que algo nuevo había empezado, pero los momentos se acumulaban tras una pantalla, se sentía algo que siquiera era cercano. Se sumaron sonrisas al tiempo, el cual no paraba, seguía sin cesar, y nosotros íbamos a más. Dejamos de entender lo que pasaba, por qué empezábamos a ser inseparables, y eso nos gustaba. Tratábamos de describir lo que éramos, pero nunca quedaba claro del todo. Sólo teníamos claro que estábamos hechos el uno para el otro, y que ni el tiempo ni la distancia lo cambiaría. Un viaje repentino cambió la historia, una sorpresa que llenó de ilusión, y un beso cálido en un parque hizo el resto. Tardes de verano, días de espera, manos entrelazadas, y lágrimas con sabor a despedida... eso era lo que sabíamos que nos deparaba, pero no nos importaba, éramos suficientemente valientes para saber esperar.
Pero el verano se acabó, comenzó el otoño seguido del invierno, y sus fuerzas se debilitaban. La vida volvía a cambiar para vosotros, y no para bien. Empezaba a pasar mucho tiempo desde la última vez que nos vimos, y uno de los dos comenzaba a tocar fondo. Ya el hablar por teléfono era parte de una aburrida rutina, un "te quiero" valía lo mismo que no decir nada, y los cosquilleos en el estómago iban desapareciendo al hablar... Se convertía en un puedo y no quiero, y nos empezamos a conformar con un "que no se diga, que no lo hemos intentado..." Pero a ti, no te valía con intentarlo, tú querías ganar, y recordabas lo que siempre te decía "lo importante no es participar, yo voy a ganar". Se empezó a ir la ilusión, la magia, y la esperanza, quedando en nosotros la nada.
Finalmente, se puso fin al amor infinito, y se empezaron a poner buenas caras a lágrimas tragadas... quién te dijo que sería fácil, quién te digo que no habría altibajos, quién te dijo que el tiempo cura las heridas de este amor y que los recuerdos son cosa de débiles...y lo más importante, quién te dijo que si dejabas de luchar, conseguirías olvidarme.

domingo, 23 de diciembre de 2012

La persona perfecta, en la distancia equivocada.


Nunca más tendrás despertares como aquellos, ni tampoco noches con despedidas románticas. No habrá te quieros de corazón, sus caricias empiezan a delatarle. Empiezas a ver como un extraño a aquella persona a quien le juraste mil años. El tiempo empieza a deteriorar lo que nunca pensabais que podría ir a mal. Ahora es cuando piensas en todo lo que podías haber cambiado y haber hecho bien, pero ya es tarde, ya no vas a sentirlo más, nunca más.
Tendrás que ir borrando sus recuerdos, aceptando que sus besos están en otros labios que no son los tuyos, que sus manos no se deslizan por tu cuerpo, y que su alma ya no está ligada a la tuya. A ojos externos dices que no quieres que vuelva, pero por dentro sabes que si vuelve, tu vida está a su lado. No es la persona errónea, sino la perfecta en una distancia equivocada.
Dejáis de ser uno, para ser dos desconocidos que se conocen muy bien, que forman parte del pasado, y no de vuelta.
Empiezas a pasar tiempo en soledad, y solo piensas en él, en todo lo que diste y lo que se fue. En que aún quedaban mil cosas por las que luchar juntos, y en que sientes tanto no haberle podido dar aquellos momentos que tanto ansiabas tú, pero más ansiaba él...
Le considerabas la cima de tu montaña, tu apoyo máximo, tu sonrisa diaria asegurada, tu sueño luchado... y ahora, todo ha girado. Su indiferencia te mata, su poca ilusión son tus lágrimas, y sus silencios son para ti tu cadena perpetua. A partir de ahora, no sabrás como mirarle a la cara cuando tengas la oportunidad, y lo que antes eran besos, ahora son caras apartadas para intentar no temblar al recordarlo.
Pasará el tiempo, y el dolor se aferrará a ti, quizás lo olvides, pero sabes que nunca habrá nadie que te cuide de aquella forma ni que te haga tan feliz como él lo hacía. Que nunca dejarás de verlo y no sentir nada, que no lo considerarás uno más, sino el único con el que te apetece vivir el final. Y después de que el tiempo y la distancia ganen el puso al amor, solo se te ocurre una sola palabra para él... gracias.
Se ha quedado una historia vacía, sin terminar, la cual echa de menos un final.