miércoles, 3 de abril de 2013

¿Por qué?


Mis manos están tan frías como el aire que se adentra por mi nariz, como cada uno de los alientos que exhalo, como mis pies con el roce del suelo mojado. Desde una austera ventana veo lo poco que el humo de éste mi último cigarrillo me deja ver. Bajo mis pestañas, una pequeña lágrima, no sé bien si por impotencia o falta de calor.
Mi cabeza, llena de preguntas sin respuesta, inquietudes y dudas ásperas está pensando sin pensar, queriendo pero sin abstenerse de olvidar. Mis pensamientos aumentan a medida que mi cigarro se acaba, y otra lágrima de desesperanza vuelve a desprenderse de mi, esta vez, cayendo sobre mi pie.
Tengo tantos momentos envueltos como número de estrellas en el cielo se encuentran, y cuento con ilusiones tan numerosas como la inmensidad del mar se deja ver ante mis ojos. Ni mi propia sombra está en esta oscura noche a mi lado, quiero gritarle a mi corazón, y mi vida se desborda cuando pienso en la cara oculta de este amor. Yo soñé tantas veces, más de un millón o ninguna, y el dolor marca mi rostro, porque soñé para ilusionarme, desperté y me choqué con una inesperada realidad.
No entiendo por qué agradezco el doloroso pecado de la desesperanza, ni por qué jugué a darle la mano a la muerte, solo ronda por mi cabeza la idea de que habrá más vidas después de esta, y no me importarían ser testigo si tú me acompañas en ellas.
Un viaje repentino que cambió mi historia, una sorpresa que llenó de ilusión, y un beso cálido en un parque recuerdo como hizo el resto. Fugaces tardes de verano, días de espera, manos entrelazadas y lágrimas a sabor a despedida son una de tantas cosas que se funden en mi razón, y yo sigo aquí, intentando traducir por qué late así mi corazón.
Tengo la sensación de haber escuchado mil palabras borrosas, cientos de razones confundidas, y quinientas falsas esperanzas. He empezado a sentir en primera persona el desasosiego de caminar sin rumbo, hasta que los pies me acompañen, hasta que la sed aguante. En mi cuerpo recorre la necesidad de saber por qué se fue sin previo aviso, sin un permiso, como si nada. Por qué desde que se fue, mis ojos dejaron de tener el brillo que tenían, y mi sonrisa se apagó sin decir más lo que mis palabras callaban, cual lucero alumbra la orilla cuando los pájaros cantaban.
Y el agotamiento por la espera de tu vuelta irreal llegó, no me quedan fuerzas para sostenerme y me desplomo como un cigarrillo más en el suelo. Siento como mis ojos se cierran lentamente, el corazón se me embala, un nudo en la garganta, y mi mente ya frustrada se hace la última pregunta '¿por qué la enfermedad te alejó de mi?'


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